giovedì 7 febbraio 2013


¿Por qué la fe produce tantas interrogantes?

Se cuenta que San Agustín, intentando comprender el misterio de la Santísima Trinidad, caminaba un día por la playa cuando fue testigo de un hecho que le llamó la atención. Un niño había cavado un hoyo en la arena, e intentaba llenarlo con el agua del mar. San Agustín preguntó al niño qué pretendía hacer, y el pequeño le explicó que quería trasladar toda el agua del océano al hoyo. El santo quiso explicarle al niño que era imposible lo que estaba haciendo, pero no tardó aquél en responderle que aún más imposible era para el hombre comprender el misterio de la Santísima Trinidad.
 Es una experiencia muy común, incluso para personas con mucho recorrido intelectual y espiritual, que la fe produzca una serie de interrogantes. Es natural, tanto en el ámbito de la religión como en muchos otros asuntos, que las personas se cuestionen y se pregunten acerca de la realidad que los rodea. Muchas de las cosas que sabemos, muchos inventos y adelantos tecnológicos que hoy conocemos, tuvieron en su origen una interrogante que impulsò a determinadas personas a buscar una respuesta.
 El hombre es un buscador de verdad y la actitud de indagar, de investigar, que nos caracteriza no desaparece cuando se trata de temas de fe, sino todo lo contrario, las preguntas brotan con toda naturalidad. Sin embargo aquí hay que considerar algo muy importante: la fe es meta-racional. ¿Qué significa esto? Quiere decir que la fe está más allá de la razón. Esto no significa que la fe sea irracional, es decir contraria a la razón. Lo que significa es que el misterio de Dios supera ampliamente la capacidad del hombre de comprenderlo en su totalidad. Esa fue, precisamente, la lección que aprendió San Agustín en su encuentro con el  niño.
 Hoy se cuestiona y critica mucho a quienes se apoyan en la fe que enseña  la Iglesia. Estas personas suelen recibir mucha presión de su entorno social, laboral, y en algunos casos incluso en el mismo entorno familiar.
 En estos casos las críticas e interrogantes no brotan tanto de un deseo sincero de comprender y creer sino de una serie de ideas y prejuicios que cierran el corazón a la fe.

Boletìn Arzobispado de Lima – diciembre 2012
www.arzobispadodelima.org